viernes, 7 de octubre de 2011

Vicios y Violencias.


               Motivado por los profundos análisis de Ernesto S., referidos a la realidad de la novela, me dispongo a contar una historia. La espumosa malta me acompaña, al igual que unos murmullos de futbol que resuenan desde el televisor (-para todos-). Trago tras trago, intento hilvanar mis ideas para darme lugar en una exploración interna, indagando; para luego, germinar con la tinta los secretos profundos de mi corazón y así lograr la empatía con el lector. Lo paradojal del asunto, reside en el hecho de sacar boleto en el exterior para un viaje interior, ¿no?
                No intento explicar lo que entiendo de “El escritor y sus fantasmas” debido a que la filosofía es una ciencia que, me temo, no entiendo. Bha, no estoy seguro que sea una ciencia. De todos modos, no reconozco sus terminologías y estructuras como tangibles. Mas no puedo negar que cuando, con curiosidad, indago periféricamente un ensayo como este, resulte mi espíritu completamente estimulado y revuelto.
                La intención del actual trabajo consiste en continuar con la sistemática ejercitación que he venido desarrollando, desde hace un tiempo, en virtud del Taller de Literatura al que acertadamente concurro y agregarle este plus incorporado por el amable ensayo escrito por Ernesto.. por tal, estableceré una actividad sencilla que, acompañada por mi imaginación, permita plasmar en el papel mi más profundo anhelo: ser libre. El estilo del texto será “literatura policial” y el tema “violencia de género” en aras de “violencia familiar”.
                Así, el eje de la historia es un crimen cometido hace varios años atrás; ¿Cuándo?, cuando yo tenía doce años de edad; ¿Dónde?, en la casa de enfrenta, donde vivía el señor V. con su bellísima esposa, la señora J.U.Anna V., y su pequeña hija; ¿Quién soy?, un joven muy tímido e introvertido quien, en aquel momento, se encontraba en las puertas de la adolescencia, con una existencia chata. Con un hobby, por supuesto: el modelismo estático de automóviles. Por aquellos años, contaba con una colección de sesenta y tres piezas Display; en la actualidad cuenta con más de setecientas piezas en escala 1:24; no solo Display, sino también, -Para armar- y Scratch building. Soy un fanatizado por los autos Muscle car y los Hot rod; soy Diogo Acapello.
                Recuerdo mi fascinación por la señora J.U.Anna V. y como me encontraba perdidamente encantado, no solo por su belleza física, sino también por la luz que ofrecía desde su interior. Debido a que mis padres se abocaron siempre y de forma exclusiva a su vida profesional, nada impedía que la vigilara y la contemplara en secreto desde el interior de mi hogar. Ella era la emperatriz de las fantasías que me autoestimulaban. Recuerdo, también, la tormentosa noche en que fue asesinada. Lo recuerdo porque vigilaba desde mi cuarto, sentado en mi escritorio, que queda en la planta alta de mi casa y cuya ventana otorga una panorámica perfecta de la casa vecina. Deduzco que aquella noche, la señora V había decidido abandonar al señor Antonio V. Basé mi conjetura, la cual sostengo aún hoy, en los hechos, movimientos y discusiones divisadas a través de unos generosos binoculares. También los conservo. Después de aquella noche, no volví a ver a la señora V.
                Se rumoreaba, entre los vecinos, que el señor V, a pesar de ser muy sociable y, hasta puede decirse, de carácter fraternal, era una persona violenta, celosa e impulsiva. Después de la misteriosa desaparición, envió a su pequeña hija a vivir con sus abuelos maternos, quien, atiéndase el detalle, a partir de aquel traumático episodio no volvió a hablar, acentuándose su timidez y carácter introvertido. Por un período de ocho meses, el señor V, insinuó una desolada depresión ocasionada por el supuesto abandono de su joven esposa. Con treinta y dos años de edad Ella desapareció de mi vida y estoy convencido que su esposo la asesinó. Nunca pude probarlo.
                No se puede negar que el señor V es portador de un exquisito gusto en cuanto a la belleza femenina, puesto que trece años después de aquella furiosa noche, se casó con una hermosa mujer; la cual resultó ser la psicóloga que lo ayudó a superar su supuesto penar. Ella es una mujer de rasgos y características personales similares a las de la desaparecida señora V.
                En la actualidad continúo vigilando a la familia que mora frente a mi domicilio; y gracias a que mis progenitores mueren, puedo ocupar mi tiempo en un exhaustivo seguimiento en pos de esclarecer aquel impune crimen. Esto gracias, también, a la abultada herencia otorgada por mis difuntos padres; la cual permita el cómodo desarrollo de mi profesión desde mi domicilio. Es mínima mi necesidad de abandonar el hogar.
                En los últimos tiempos he notado una particularidad que ha llamado a mi atención y se ha despertado, en mi pecho, un sentimiento muy parecido a la preocupación. La joven psicóloga emana de su femenina hermosura un brillo especial, haciéndola figurar como una criatura mágica de visita por esta realidad. Sumado a esto, sus curvas se han pronunciado sutilmente, colocándola en la cima de la belleza. Hasta su cabello perece el de una diosa estelar. Estos rasgos son similares a los que hube notado en la preciosa señora V en los tiempos que precedieron a su fatal desaparición. Esta similitud me sugiere el inminente desarrollo de hechos violentos y catastróficos. Considero que ha llegado el momento de abandonar esta pasiva conducta y prevenir a la psicóloga de su futura muerte.
                Armándome de valor salgo de mi cueva y acudo al socorro de la desprevenida. Golpeo a su puerta y ella me atiende con una hermosa sonrisa en su rostro. Me invita a pasar y sin pérdida de tiempo le hablo acerca de mi preocupación. Su mirada se mantiene segura hasta que menciono la característica recién mencionada. A partir de allí, su semblante cambia y su cara muestra un dejo de preocupación. Ella me habla de su actual y delicado estado; casualmente, el mismo que afrontaba  J.U.Anna al momento de marcharse. Antonio era muy violento en aquellos tiempos.-Agrega.- Ahora está clínicamente controlado.
                Sobre la mesa de jardín que se encuentra en la galería, donde platicamos, la cual está junto a la silla mecedora donde la, ahora, preocupada psicóloga está sentada, veo unos libros: uno es una antología de cuentos de Borges, abierto en “Los dos que soñaron”; y el otro es “El alquimista” ,de Cohelo. Veloz y acertado, deduzco que se encontraba corroborando uno de los numerosos plagios, del brasilero escritor, al momento de mi llegada. Esto me ilumina y súbitamente encuentro la luz de la verdad. La idea de tesoro enterrado es totalmente aplicable a este asunto. Explico: el tesoro de Santiago, en “El alquimista”, está enterrado bajo una planta de café. Este dato es inductor. Agitado indago con mi mirada en el paisaje y veo una vieja higuera, fatigada, en el patio. Cuando establecí el eje de la historia, no hube planteado este decisivo detalle, el cual indica que si cavo alrededor de la higuera encontraré un cadáver. El universo conspira en mi favor. Le comento a la totalmente preocupada psicóloga mis análisis e intenciones y ella se hace eco de mi intriga.
                Con pico y pala cabo incansablemente alrededor de la vieja planta. Al cabo de varias horas de arduo trabajo mi decepción es enorme. No encuentro nada y para cuando Antonio V llega a su casa, en compañía de su hija, la planta está caída y los montículos de tierra que rodean al descomunal pozo hacen ver al patio de la casa como una pista de bici-cross. Sin permitirme ofrecer mis excusaciones, el señor V me despide violentamente de su casa. ¡Muy violentamente! Puños duros y certeros sobre mi rostro. Retrocedo y me cubro; pero sus desbordes son totalmente violentos. Me somete. Me acobardo.
                Nuevamente acudo al resguardo de mi solitaria cueva; ¡mierda!, al final de todas las cuentas, resultó ser violento el hijoe`puta. Sabía lo que hacía. Controlado casi me mata. Me abusé y se cortó la cuerda. Nunca hube imaginado tal desenlace. Pensé, la imaginación mía iba a manejar la situación como una profesional; en cambio, todo sobrevino en catástrofe: en el universo creado por mí, la naturaleza no conspiró a favor de mi fortuna. Resulta, espontáneamente, que estuve ilusamente convencido  de tener el control de mis sentimientos y deseos.
                Esta omnipotente obsesión de carácter J.U.Annesco resulta generar, según la influencia de Ernesto S., una antítesis o contra-utopía  llamada Antonio V, la cual acuna el vacío de una viciosa mala-palabra; violencia. Ni la frescura de mi malta mitiga el desconcierto en el que, asombrado, me encuentro. “Las cosas no son como las vemos, las vemos como somos”. Ella era una mierda. Se marchó porque no tuvo cojones. Un raspaje y armó las maletas. Nada de Mambo Negro para el verano; y yo, ¡un pajero de mierda!
                La hija de puta se tomó el palo y le chupó un huevo desaparecer de mi vida. Esta puta ninfa me dejó sin utopías. Estoy vacio y en la oscura soledad de mi habitación consumo mi vida en una pitada de tabaco. Sos la peor mierda J.U.Anna;¡ por hija de puta habría que cagarte matando!

Autor: Diogo Acapello.
Colaboración especial: Max Power G.