Nuevamente borracho,
caminando por las pintorescas calles de mi plano universo. En rigor, todo yo,
las casas, el aire, el follaje de los árboles y las balizas de los patrulleros,
son del mismo aceitoso pigmento. Los matices y los juegos lumínicos son los que
definen los contornos y las interiores naturalezas. Esa piedra, al igual que
yo, muerta sobre el lienzo, no respira; un momento, yo no estoy muerto, yo
respiro. ¡Estoy vivo!, estoy borracho.
Me tambaleo
y rozo mi hombro sobre las paredes de las casas, sobre los postes, sobre las
estrellas. Ofendo, consiente, al artista creador, quien se esfuerza por
comprender mi conducta. Yo vomito Látex y un poquito de Fortex; siempre doy la
nota que tonifica la vergüenza.
El plano
universo de este cuadro se ofrece multidimensional. Es decir, se le agrega al
plano la fantasía –como dimensión, ¿me explico?-, la decisión, la ilusión, la involución
y unas cuantas cosillas más. No se requiere definirlas a todas para poder
disfrutarlas o ahogarse en ellas. La ilusión óptica de mi razón no es más que un
conflicto existencial del artista.
Miro hacia atrás
y a mi paso voy manchando y arruinando el propósito genial de una obra exquisita.
Mis pasos no hacen más que arruinar mi futuro. Desvarío y aturdido descarrilo. Me
expongo insensatamente y camino por el marco del cuadro. Es excitante, pero
vacio. En el marco no puede olerse la pintura. Inevitablemente, en un descuido,
tropiezo y me caigo de mi cuadro
A tempranas
horas de la mañana entraron a la galería de arte los uniformados con las armas
en sus manos. Los dueños de la galería aguardaron en la vereda. Al entrar se
encontraron con un masculino, de unos treinta años de edad, totalmente ebrio. El
malviviente se encontraba envuelto en
sus propios vómitos y eses y manchado con los colores de los oleos del
cuadro que arruinó durante su incansable noche.
El masculino
fue trasladado a la dependencia policial más cercana. Allí, fue puesto a
resguardo. Al insistir, incansablemente, con absurdas incoherencias actuó de
oficio el fiscal y lo derivó al Neuropsiquiatrico.
La pérdida
sufrida por la galería de arte fue de importancia; un hecho lamentable. Por otra
parte, aún hoy, el masculino insiste con los mismos delirios. Según los
profesionales del nosocomio responsables de su cuidado, suplica le permitan
regresar a su cuadro. Asegura, dicen, vivir sin sus alas resulta eternamente
doloroso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario